martes, 29 de junio de 2010

El Perfume

¿Qué es?

El diccionario lo describe como una combinación de distintas sustancias provista de olor suave y agradable al olfato.

Historia:
Como indica su etimología (del latín per fumum, a través del humo), se empleó para fumigación mediante la quema de leña o de resinas odoríferas (sándalo, ciprés, incienso, etc.), y en este sentido constituyó un elemento fundamental del ritual religioso de muchos pueblos.

En su acepción moderna de mezcla olorosa, el perfume tiene también un origen muy remoto, ya que, conocido por los egipcios y otros pueblos orientales, fue utilizado posteriormente por griegos y romanos. En Roma, principalmente en la época imperial, el uso del perfume alcanzó mucha difusión; no sólo se rociaban con él los hombres y las mujeres, sino que se empleaba para todo; incluso las tazas para el vino estaban fabricadas con material perfumado.

Rechazado durante la Edad Media a causa de la austeridad de las costumbres cristianas, el perfume recibió otra vez un fuerte impulso cuando el cambio de las condiciones económicas permitió que se iniciara un próspero comercio con Oriente, de donde provenían las esencias más cotizadas. Durante el Renacimiento el uso del perfume se propagó nuevamente, hasta tal punto que al celebrarse alguna fiesta se acostumbraba frotar con ungüentos perfumados los objetos de la casa e incluso los animales. Italia estuvo a la vanguardia de la producción de perfume, los cuales exporta a Francia y a Inglaterra hasta el siglo XVIII inclusive.

A finales de dicha centuria entró en competencia la producción de perfumes franceses que, con el transcurso del tiempo, alcanzaron prestigio internacional sólidamente mantenido en nuestros días.

Clasificación:
Los perfumes se clasifican de acuerdo con su tipo de aroma en varias series:
Rosado, anaranjado, jazmín, balsámico, violeta, alcanforado, nardo, citrina, herbáceo, mentolado, clavel, anisado, almizclado, sándalo, almendro y fruta.

Según su origen pueden ser:
Vegetales, animales y sintéticos.

Según su volatilidad:
Ligeros, consistentes y fijos.

Los constituyentes del perfume son:
El diluyente, el fijador y la esencia.

El diluyente que constituye la mayor parte del perfume sirve para disolver los aromas fuertes de las esencias; el más empleado en la antigüedad era el aceite de oliva, que desleía perfectamente muchas sustancias odoríferas. Actualmente el diluyente más utilizado es el alcohol etílico, que presenta las ventajas de tener solamente un ligero olor y ser incoloro y mejor disolvente que el aceite de oliva.

El fijador sirve para atenuar e igualar las velocidades de evaporación de los distintos constituyentes odoríferos, y puede ser inodoro o tener un aroma particular; en este último caso debe utilizarse en proporción a las sustancias olorosas que el perfume contenga.

Entre los distintos fijadores los hay de origen animal (almizcle, ámbar gris, etc.) vegetal (ámbar vegetal, incienso, etc.) y otros obtenidos por procedimientos sintéticos (por ejemplo el diacetato de glicerina).

Las esencias o aceites esenciales, que son las sustancias que proporcionan al perfume su nota característica, se obtienen generalmente de las plantas y se preparan por vía sintética; resultan del metabolismo de los vegetales, son muy volátiles y se extraen de las flores u otras partes de la planta.

La destilación es el método más utilizado para la obtención de los aceites esenciales porque constituye el proceso más económico y permite conseguir productos muy puros. El agua que queda después de efectuarse esta operación contiene disuelta todavía gran cantidad de esencia y se vende en el comercio con el nombre de agua de rosas, agua de azahar, etc.. Sin embargo un inconveniente de este proceso es el hecho de que no puede emplearse para conseguir algunas esencias que podrían resultar alteradas por el calor o por el agua misma.

El procedimiento de extracción por presión, que se emplea principalmente para la obtención de las esencias de limón, naranja, mandarina y bergamota, consiste en exprimir la cáscara de los frutos mediante esponjas en las que recogen los aceites esenciales, los cuales se separan más tarde de las impurezas por decantación. Este procedimiento puede efectuarse al calor o a temperatura ambiente. La mezcla de grasas se sumerge en alcohol para que disuelva y absorba el aceite esencial y mediante una nueva destilación se obtiene la esencia pura. Para la extracción de las esencias de jazmín y de nardo, y con el fin de que no resulten alteradas por el calor, se utiliza el proceso de disolución en frío. Aunque los aceites esenciales que se obtienen son muy puros, este procedimiento se ha abandonado prácticamente porque resulta muy costoso y de bajo rendimiento.

La extracción mediante disolventes volátiles consiste en lavar repetidamente las flores con éter de petróleo, benzol, éter etílico, alcohol etílico, etc., que extraen de ellas los aceites esenciales. Mediante lavados y destilaciones sucesivas se obtiene el aceite esencial puro, llamado también esencia absoluta (quintaesencia).

Puesto que, según las teorías modernas sobre la percepción de los olores, tiene gran importancia la estructura molecular y la presencia de determinadas agrupaciones características, resulta que se pueden obtener aromas similares con sustancias que tienen una composición química diferente pero una estructura similar, o bien, sustancias de igual composición química, pero de estructura (isómeros) diferente, pueden tener aromas distintos. En este principio se basa la moderna producción industrial y sintética de los perfumes.