-Por favor Lisa, no te enojes, ya casi estamos a mitad de camino y pronto terminaremos.
Entonces llegaron al pasillo donde se encotraban los caramelos y dulces, la pequeña comenzo a gritar mientras los pedía.
-Tranquila mi amor, tranquila, no llores, solo dos pasillos mas y saldremos de este lugar.
- Cuando al fin llegaron a la caja donde pagarían los comestibles, inmediatamente la niña comenzó a pedir chicles a gritos, al ver que no se los iban a comprar, le dio una rabieta, pacientamente la madre dijo:
- Lisa, en solo un par de minutos terminaremos de pagar los comestibles y entonces podrás ir a casa y dormir una rica siesta.
El hombre las siguió hasta el parqueo de autos y detuvo a la señora para felicitarla.
-No pude dejar de observar lo paciente que usted ha sido con la pequeña Lisa (dijo el).
Al momento la mujer dijo: Yo soy Lisa, mi pequeña se llama Marta.
En ocasiones, la única manera de vencer nuestro día a día es hablando con uno mismo.